ARTISTAS PARTICIPANTES PROYECTO EN-CAJA-DURA Museo Nacional de Bellas Artes, proyecto Museo sin Muros Sala vespucio Sur - Sala Norte - Sala Trebol Concepción
Colectivo ANIMITA, Sala Trebol, Concepción
Santiago: Ana Maria Fell - Mauricio Bravo - Antonio Guzman - Antonia Cruz - Yisa - Carlos Montes de Oca - Klaudia Kemper Carlos Osorio - Juan Castillo - Consuelo Lewin - Rene van Kilsdonk - Melania Lynch - Javier Mansilla - Jose Tolosa - Ricardo Villaroel - Patricio Voguel - Aldo Garrido - Manuel Ormazabal - Arturo Balderas - Guillermo Blamey - Santiago Ascui - Sebastian Silvat - Sergio Ceron - Nicolas Raveau - Rosell Meseguer (España) - Eva Maria Celin (Colombia) - Franklin Aguirre (Colombia) - Pablo Adarme (Colombia) - Enrique Flores - Sergio Acevedo - Cecilia Avendaño - Javier Rodriguez - Paula Rodriguez - Francisco Huichaqueo - Adolfo Torres VHB
Marco de referencia
Marco de referencia político de la muestra:
EN-CAJA-DURA es un proyecto curatorial que se plantea recoger experiencias y procesos de producción estética y teórica, alternativos desarrollados en el Chile de las décadas del ochenta, el noventa y los inicios del dos mil. En dichos períodos históricos nuestro país ha sufrido una multiplicidad de transformaciones políticas, económicas y culturales que han marcado el tránsito de la dictadura hacia los distintos modelos de democratización.
Dichos modelos, a través de su realización en el tiempo, han tomado una dirección cada vez mas inclinada por políticas que favorecen las estrategias de borradura y las nuevas formas de colonialismo (consecuencia de los procesos de globalización) generando así una imagen cosmético -virtual de Chile, que lo muestra al extranjero como un país prototipo en Latinoamérica, de orden, progreso económico, social y cultural.
Esta coyuntura se ha convertido progresivamente en una red de distribución de los discursos poder, y por ende, se han constituido en el Chile de hoy una serie de agenciamientos, que han permitido a las diversas instituciones administrar sus capitales estéticos y escriturales, con el fin, de ejercer la "borradura" de todo un conjunto de gestiones culturales autónomas desarrolladas en los ochenta y los noventa, gestiones que, servilmente se constituyeron para los gobiernos democráticos en un fértil territorio de pruebas para la definición de sus actuales estrategias de planificación y difusión cultural.
Este trabajo realizado con el guante blanco de los ideales de civilidad post dictadura, ha tenido como costo cultural, por una parte, el ocultamiento de un proceso histórico-social altamente productivo (estética y escrituralmente), que por ser parte de un pasado conflictivo a sido relegado al olvido y, por otra, la fabricación rápida de una escena vanguardista de producción visual caracterizada por sus inconsistentes lazos con el pasado inmediato que las precede.
Esta instancia de exclusión ha generado nuevamente prácticas de creación que se plantean una relación con el cuerpo institucional más crítica, es así como en la actualidad se han retomado formas de trabajo alternativas configurando progresivamente un corpus de obra significativo, que merece ser conocido en el exterior.
Debido a este contexto problemático de fondo, pensar una Curatoria, que sin tener una pretensión historicista, sí se plantea una revisión crítica del acontecer de las artes visuales contingentes en nuestro país, se constituye en un desafío que nos obliga a evaluar formas de producción visual, que sin tener hilos conductores fácilmente reconocibles (debido tanto a su diversidad temática como a sus utilizaciones de lenguaje) construyen una discursividad que refleja de manera más directa la realidad simbólica que nos envuelve.